J. G. x J. G.: sol en Piscis, ascendente en Tauro
y varios planetas en Acuario.
Buenos Aires, 1968
Escritor, poeta, ensayista, músico
Se dedica a la enseñanza y a la investigación
literaria.
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El autor nos dice: Hay ideas, obsesiones que nos rondan,
no sé si uno es libre de escribir lo que quiere, hay temas
o voces que se imponen. A veces el tono de un poema
me ronda durante días hasta que lo bajo al papel.
Cuando estoy trabajando en un libro veo que todo lo que
escribo, hasta lo que anoto de manera inconsciente,
suele girar en torno al tema que me ocupa. La música es
muy importante en mi trabajo, la fotografía también.
Yo hablaría de una búsqueda de texturas, como las bandas
de dream pop que creaban capas de sonido etéreas con la
superposición de efectos de guitarra.
Creo en ese “transporte de los sentidos”. Por ejemplo,
cuando saco una foto, no me interesa que refleje una realidad
determinada sino la textura, los efectos de la luz, la sinestesia,
aplicar el concepto de distorsión visual o de contaminación
sonora.
Lo mismo me ocurre cuando escribo. Las teorías son muy
importantes, mis preferencias son los escritos al respecto
de Hölderlin, Osip Mandelstam y Ezra Pound.
Pero es bueno olvidarlos en el momento de escribir
y usarlos de manera circunstancial, como “herramientas”.
Cualquier buen poeta tiene herramientas útiles, basta ver
como utilizó Pizarnik los aforismos de Antonio Porchia.
Incluso a veces uno lee la obra entera de un poeta para
usar su influencia en un solo texto.
Me gusta que un poema requiera investigación, pues eso
a veces implica apropiarse del léxico científico o de otras
disciplinas. Últimamente estuve trabajando mucho con las
etimologías. En un poema llamo al cuerpo “nuestra única
certeza palpable”, el cuerpo es un lugar a habitar y eso
es un proceso tan extenso como la escritura misma.
El cuerpo está implicado en la escritura. Se experimenta
ansiedad, placer, resistencia. A veces, por ejemplo, cuando
logro escribir un poema para un amigo que murió, lloro
durante todo el día. Pero es un llanto que libera, que
“hace las paces” con la vida y con la muerte.
La palabra es lo único que puede restituir o hilar el sentido
perdido. Lo más lúcido que he leído con respecto a la
relación entre el cuerpo y la escritura es un ensayo de
Mónica Cragnolini que se llama “Del cuerpo-escritura.
Nietzsche, su "yo" y sus escritos”. Aquí cito un fragmento:
“¿No será que en lugar de ser sujetos que "nos expresamos"
en la escritura, es la experiencia misma de la escritura la que
nos constituye? ¿No estaremos deviniendo [lo que somos]
al escribir, más que escribiendo lo que hemos devenido?(…)
La escritura no es -solamente- el "relato" de las experiencias
vitales: en un sentido nietzscheano, ella misma es una
experiencia de vida. Porque quien escribe cuando escribimos
es nuestro cuerpo con sus fuerzas, que siempre son,
al mismo tiempo, las fuerzas de los otros que se intersectan
con las propias. Fuerzas propias-desapropiadas de la
escritura: entonces, no se escribe con el cuerpo, sino que es
el cuerpo el que escribe y se escribe”.
PEQUEÑA GUÍA PARA SOBREVIVIR EN LAS CIUDADES
(2001)
En la pieza de un pequeño hotel a la entrada del otoño
alguien intenta la poesía a través de un sistema de frases e
inversiones.
Escribe:
no dejes a la noche a merced del poema
no dejes al poema a merced de su noche
Escribe:
ven a cantar en mi muerte
ven a morir en mi canto
En la pieza de un pequeño hotel a la entrada del otoño
alguien intenta el poema que le devuelva sus silencios.
“EL SILENCIO CONTINENTE”
(2008)
memoria de la noche primitiva cercando la incertidumbre de los leños
memoria de los pueblos en silencio
desnuda entre crucifijos tu boca mi vino tus uvas sin precio
una suelta de lobos hacia las cúspides gélidas de las tierras sin perdón
antaño, refugios entre sombras y pudores
la noche y los corceles del ansia desbocados
saltar sin red al abismo de un lenguaje
a su nada primordial y silencios convocados
como un vacío de estructuras llamadas a colapsar
presagio donde tu sombra vana
estremecí mi desvelo abismado a tus velas
tu velar
la huésped desnuda
acuclillada entre candelabros
clama por la nueva sangre
un sueño duerme al abrigo de imposibles
hacia esta extranjería de querer
precipitación desnuda en el silencio del estanque
"REFRACCIÓN"
(añosluz, 2012)
callados
días
del tiempo
en silencio
las
palabras
duermen
lo que
dijimos
y
lo que
no
"CUERPOS TEXTUALIZADOS" (Letra Viva, 2014 en coautoría con Natalia Litvinova)
Ayer durante la clase P. leyó el poema de Bonnefoy donde alguien se engancha la bufanda pero eso desgarra la tela del sueño... y eso es la poesía, esas adherencias mínimas, esos rastros imperceptibles de nuestras huellas en cualquier nevada en cualquier lugar del mundo. Lo micro y lo macro, la bufanda en lo real del sueño que deshace el Universo. Aún no amanece. Domingo previo a un feriado. Creo que ya no amanecerá. Entiendo tu desconocimiento, lo puedo leer como a tus libros, esta de inventarte otra en algún lugar parece una vocación. Recuerdo mi cuento sobre un espejo que devuelve implacable la imagen de una mujer, que es a la vez lo más íntimo y lo más lejano. Quiero ese gesto minimal de Satie, ser alguien en el umbral de una calle que te ve pasar, dibujar los contornos que traza su vestido y basta. Que alguien silbe la Gymnopédie No. 1 como a esta humedad fría que hoy en Buenos Aires toma cada rincón. Acabo de descargar una banda de sonido de un músico húngaro: diálogos en otro idioma y melodías tristes. Pienso, esto te gustaría. Qué tan lejos es lejos. Qué tan otra es otra. Javier Galarza
"LO ATENUADO"
(Audisea, 2014)
CANCIÓN DE LA NOCHE
Como un animal viejo que se aparta de la manada
busco un lugar sabio donde morir. Sea la noche,
los cazadores sean,
este pulso de la vida en un fusil,
y sea el perro, la versión doméstica del lobo,
qué más sabe el zorro por viejo,
qué solo bien se lame el buey;
un animal enfermo atisba donde caer y aúlla:
como un animal viejo
que se aparta de la manada
busco un lugar sabio donde morir,
para tender restos a la vera de un camino, nieve
en espera de los glaciares y la lluvia de milenios,
para volver a la tierra y ya no pelear,
apenas un crujido de huesos
al costado de la vida,
qué venga la ceguera, qué venga,
qué entre la noche, qué entre.
"CHANSON BABEL"
(Buenos Aires Poetry, 2017)
POEMA PARA MIROSLAV TYCHY
La obra no consciente de sí misma.
Aquel consejo de Osip Mandeltam:
‘hacer a un lado el texto principal
y guardar lo escrito en los márgenes’.
La captura del instante,
algo del orden de lo que no perece
ni perdura. Estados de suspensión.
La consiga de Rimbaud: ‘fijar vértigos’.
No, no fue Miroslav Tichy un vagabundo
que construía sus máquinas de foto a mano,
con cartón, latas y cinta adhesiva;
no revelaba y enmarcaba las fotos
con desechos que juntaba de la calle.
No fotografió mujeres checas,
pequeñas postales voyeur del deambulador.
No agradezco su merodeo
en torno a las piscinas de Praga,
todas esas estampas imperfectas que el tiempo
y el anonimato hubieran arrebatado.
No vivió Miroslav entre 1926 y 2011.
Miroslav no ‘miró’. No ‘cartoneó’.
No es el arte un daño colateral.
Ni duele esta noche escribir estas palabras.
"LA NOCHE SAGRADA"
(Audisea, 2017)
DEL POETA CRECIDO EN LOS BRAZOS DE LOS DIOSES
En una tierra plena de naturaleza, en Lauffen junto al Neckar ("despertó entre tus valles a la vida mi corazón" ), un año después que Napoleón Bonaparte, con obra en desarrollo de los filósofos Rousseau y Kant y con Goethe y Schiller en plena actividad, el mismo año que Beethoven, dos años antes que Novalis más precisamente el 20 de marzo de 1770, nace el poeta Johann Christian Friedrich Hölderlin.
Cuando tiene dos años fallece su padre. Su madre se vuelve a casar pero al poco tiempo también muere su padrastro, en 1779, cuando Hölderlin tiene nueve años, por lo que vive doblemente esa orfandad:
Cuando yo era niño
un dios solía salvarme
del griterío y la cólera de los hombres;
entonces jugaba tranquilo y bueno,
con las flores del bosque
y las brisas del cielo
jugaban conmigo ...
Me daba la bienvenida
la armonía del bosque
y aprendía a amar entre las flores.
He crecido en los brazos de los dioses.
Las obras que harán famoso a Hölderlin fueron redactadas en la primera mitad de su vida. El resto de los años vivirá loco, encerrado por propia voluntad en la torre de la casa de un carpintero, en un cuarto con vista a las estaciones. Antes de enloquecer vivirá un amor con Susette Gontard a quien bautizará con el platónico nombre de Diótima “porque le enseña el amor”.
Destacamos ciertos rasgos de la personalidad del poeta, evidenciados desde sus primeros años: hipersensibilidad, oscilaciones de carácter y una marcada tendencia a la soledad que luego se transformará en reclusión. La producción de Hölderlin abarca los poemas de juventud, las grandes elegías, los últimas odas e himnos, los poemas de la locura, la novela epistolar Hiperión, traducciones del griego, una obra de teatro llamada La tragedia de Empédocles y algunos ensayos fragmentarios.
Cuando Hölderlin tiene cuatro años Goethe publica Werther, la novela que será la piedra de toque del romanticismo, movimiento del que después el mismo Goethe se apartará, no queriendo ser identificado con "los poetas de las tumbas y de la noche". Goethe no tendrá una buena relación con Hölderlin: lo califica de "espíritu confuso". En cambio Schiller adoptará una actitud protectora y Hölderlin publicará en su revista Thalía los fragmentos del Hiperión.
Destacamos que la onda expansiva del estallido de aquellos días conforma un todo cuyos efectos aún perduran. El romanticismo fue una reacción contra la Ilustración y el enciclopedismo. Alguna vez fue definido como "el hijo problemático de la Ilustración", Hölderlin bien podría ser calificado como un fruto extraño del romanticismo. Más cerca de lo clásico. Las definiciones han variado acerca de la filiación de Hölderlin, pero tal vez lo más preciso sea situarlo entre los neoclásicos y los románticos, o bien decir que fue un romántico helenista, por haber puesto su mirada en la Grecia Antigua, o un romántico diurno en contraposición a la característica nocturna del movimiento...